La obesidad infantil supone hasta un 40% más de presión en el pie, según un artículo publicado en la Revista Española de Podología 

La obesidad infantil no sólo afecta a la salud general de niñas y niños, sino también a su forma de caminar y al desarrollo de sus pies. Así lo demuestra un estudio liderado por la podóloga e investigadora Cristina Molina García, de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), cuyo resumen ha sido publicado en la Revista Española de Podología, que edita el Consejo General de Podología de Españatras presentarse en el 53 Congreso Nacional de Podología.

La investigación analizó a 196 niños de entre 5 y 10 años y encontró diferencias significativas en la marcha, la postura y las características del pie entre los menores con peso normativo y aquellos con sobrepeso u obesidad. “El pie del niño con obesidad ya está avisando de que algo no va bien”, subraya Molina.

Hallazgos preocupantes

El estudio reveló que los niños con obesidad presentan hasta un 40% más de presión plantar en la zona del mediopié respecto a quienes tiene un peso saludable. Además, invierten más tiempo en cada fase del paso (unos 45 milisegundos más), lo que se traduce en una marcha más lenta y mayor sobrecarga en articulaciones.

“Lo más preocupante es comprobar que el exceso de peso afecta a la forma de caminar desde edades muy tempranas. Esto puede tener consecuencias en el desarrollo motor y aumentar el riesgo de lesiones o dolores crónicos en el futuro”, advierte Molina.

Aunque el equipo observó que estos niños mostraban una mejor estabilidad estática y mayor fuerza en los pies, consideran que se trata de un mecanismo de compensación para soportar la sobrecarga, no de un beneficio real.

Importancia clínica y social

Este es el primer estudio en España que explora de manera integral la relación entre obesidad infantil y variables de la marcha, incluyendo parámetros como el ángulo de Fick (que mide la angulación natural de los pies hacia fuera al caminar), la pronación y supinación (rotación del pie hacia dentro o hacia fuera al apoyarlo durante la marcha) o la baropodometría (estudio de la distribución del peso sobre las plantas de los pies).

Identificar estas alteraciones de forma temprana es clave para diseñar estrategias preventivas, que incluyan revisiones podológicas, actividad física adaptada y calzado adecuado. “Una marcha alterada en la infancia puede condicionar la salud locomotora del adulto”, recuerda la investigadora.

Un reto de salud pública

La obesidad infantil es uno de los mayores desafíos sanitarios en nuestro país. Según Molina, la prevención no sólo protege frente a enfermedades cardiovasculares o metabólicas, sino que también es fundamental para el desarrollo musculoesquelético. “Un peso adecuado facilita una marcha normal, reduce el riesgo de deformidades en los pies y mejora la calidad de vida desde la infancia”, añade.

El equipo subraya que estos hallazgos son de gran interés no sólo para los profesionales sanitarios, sino también para familias, educadores y responsables de políticas de salud.

Señales de alerta y prevención

La doctora recomienda a las familias y pediatras que presten atención a síntomas como dolor en los pies, torpeza al caminar, fatiga, desgaste anómalo del calzado o posturas extrañas al andar. Una revisión podológica puede ser decisiva para detectar y corregir estas alteraciones a tiempo. Las medidas de prevención incluyen la actividad física regular, revisiones periódicas en podología, el uso de calzado adecuado y, en algunos casos, plantillas a medida (órtesis plantares personalizadas).

Dimensión psicosocial y emocional

Más allá de lo físico, los problemas podológicos asociados a la obesidad infantil pueden influir en la autoestima y la participación social de los menores. “Cuando un niño presenta alteraciones en la marcha o molestias en los pies, es muy probable que evite actividades físicas, lo que limita su desarrollo motor y también puede generar sentimientos de frustración, exclusión o baja autoestima”, explica Molina. “Estos niños son más susceptibles a sufrir burlas en el entorno escolar si su forma de caminar es distinta o tienen dificultad para seguir el ritmo, lo que puede generar inseguridad o avergonzarles y derivar en conductas sedentarias o en aislamiento, lo cual agrava el problema”, según la podóloga.

La investigadora destaca la importancia de un enfoque integral que tenga en cuenta tanto lo físico como lo emocional, y llama a educadores y familias a evitar la estigmatización.

Pies planos y obesidad: un mito en revisión

Durante años se ha asumido que los niños con sobrepeso tienen mayor riesgo de pie plano. Sin embargo, el estudio no encontró diferencias significativas en este aspecto. “El exceso de tejido adiposo en el arco medial puede dar la falsa impresión de pie plano en huellas plantares, pero nuestros datos no lo confirman. Es necesario utilizar herramientas diagnósticas más precisas”, señala la especialista.

Futuros pasos

El equipo investigador proyecta estudios longitudinales para observar la evolución de estas alteraciones a lo largo del crecimiento y comprobar si es posible revertirlas con intervenciones específicas.

También planean analizar el impacto de distintos tipos de ejercicio físico y tratamientos podológicos en la mejora de la marcha de los niños con sobrepeso, con el objetivo de establecer protocolos de actuación basados en evidencia científica.

Sobre la investigadora

Cristina Molina García es podóloga, fisioterapeuta y doctora en Pediatría. Dirige el Máster en Podología Clínica y Deportiva de la UCAM, donde combina docencia, asistencia clínica e investigación. Su trayectoria se centra en el análisis de la marcha infantil, la biomecánica del pie y las repercusiones musculoesqueléticas del sobrepeso y la obesidad en la población pediátrica.

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