El verano es la estación del año en la que más atención prestamos a nuestra piel: pantalones cortos, bikinis, bañadores y tirantes dejan a la vista gran parte de nuestras zonas cutáneas, haciendo que nos fijemos más en su estado de salud. Manchas, verrugas, dermatitis, acné, sequedad… son sólo algunas de las preocupaciones que surgen al vernos frente al espejo, en la tumbona de la piscina o mientras tomamos el sol en la playa. Y que nos animan a comenzar la temporada en septiembre acudiendo al dermatólogo para eliminar imperfecciones, tratar zonas dañadas y vigilar lunares sospechosos.
Para que este propósito no caiga en el olvido al acabar nuestras vacaciones, el 25 de agosto se celebra el Día Mundial del Cuidado de la Piel, una fecha que también sirve para recordarnos la importancia de estar muy pendientes del órgano más grande de nuestro cuerpo los 365 días del año. Y que podemos cuidarlo tanto con hábitos saludables y rutinas de limpieza diarias como con nuevas tecnologías lumínicas indicadas por los dermatólogos, como el láser frío o el IPL Facial, un tratamiento que mejora los signos visibles del envejecimiento cutáneo.
“Aunque no se presente ninguna patología de forma patente debemos realizar revisiones periódicas. Hay que tener en cuenta que es la piel la que protege el interior de nuestro cuerpo frente a agentes externos, microorganismos y otros factores ambientales, y nos ayuda a regular la temperatura, entre otras funciones”, asegura José Luis López Estebaranz, presidente del Colegio Iberolatinoamericano de Dermatología (CILAD).
Recomendaciones de verano
Además de acudir periódicamente al dermatólogo, podemos adoptar una serie de hábitos de higiene, hidratación y autocuidado diario que nos van a ayudar a mejorar la salud de nuestra piel. En las semanas de calor que aún nos quedan hasta la llegada del otoño, por ejemplo, debemos seguir utilizando de forma continuada la protección solar. Ésta no debe faltar en ningún momento del año, pero sobre todo ha de estar presente en la época en la que nuestra piel está más expuesta a los rayos del sol.
“No olvidemos mantener una higiene diaria con productos que no sean agresivos con el pH, que nos ayuden a eliminar la suciedad del ambiente, de la polución, maquillaje, etc. Debemos hidratarnos por dentro y por fuera, bebiendo al menos dos litros de agua diarios y utilizando cremas adecuadas para nuestro tipo de piel de forma frecuente. Y también mantener una dieta equilibrada y saludable, rica en frutas y verduras, que nos aportan las vitaminas necesarias para que nuestra dermis esté sana”, indica el también director de la clínica DermoMedic.
En este sentido, reducir a cero el consumo de alcohol y tabaco es otro punto a favor para la salud de nuestra piel, ya que son sustancias que causan envejecimiento prematuro y dificulta la cicatrización de las heridas.