Con la llegada del calor, el sudor se convierte en una respuesta fisiológica tan habitual como necesaria. Es el mecanismo natural con el que nuestro cuerpo regula su temperatura, y aunque a veces pueda resultar incómodo, suele bastar con mantener una correcta higiene diaria y utilizar productos desodorantes o antitranspirantes para mantenerlo bajo control.
Sin embargo, no todas las personas viven el verano de la misma forma. Para algunas, sudar no es solo una reacción al calor, sino una molestia constante que puede afectar a su rutina diaria, su confianza y su bienestar emocional. Hablamos de la hiperhidrosis, una condición médica caracterizada por una sudoración excesiva, que va más allá de lo que sería necesario para mantener la temperatura corporal.
En España, se estima que entre el 3 % y el 5 % de la población padece esta afección, lo que equivale a más de un millón de personas. La hiperhidrosis puede manifestarse en distintas zonas del cuerpo, aunque las más comunes son las axilas, las palmas de las manos, las plantas de los pies y el rostro. En muchos casos, esta sudoración no está relacionada con el calor ni con el esfuerzo físico, y aparece incluso en reposo o en situaciones sociales que generan ansiedad.
Más allá del malestar físico, esta condición puede interferir gravemente en la vida cotidiana: hay quienes evitan dar la mano por miedo a que esté empapada, quienes se cambian varias veces de ropa al día o quienes rechazan asistir a reuniones o eventos sociales por temor a que el sudor deje manchas visibles en su ropa. En ocasiones, el impacto psicológico es tal que la persona puede desarrollar complejos, inseguridad o incluso trastornos de ansiedad social.
Afortunadamente, existen soluciones eficaces para gestionar esta situación. Mar Santamaria, Responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, explica cómo detectar y actuar ante una sudoración que va más allá de lo habitual en verano.
Cuando el sudor no se controla: qué opciones existen y cuándo acudir al especialista
La primera línea de acción pasa por identificar si estamos ante un caso de sudoración normal o de hiperhidrosis. En los casos leves o moderados, el uso de productos antitranspirantes puede resultar de gran ayuda. A diferencia de los desodorantes, que se limitan a camuflar el olor, los antitranspirantes actúan directamente sobre las glándulas sudoríparas para reducir la cantidad de sudor secretado. Lo hacen a través de sales de aluminio, un ingrediente seguro y aprobado para uso cosmético que forma una barrera temporal sobre los poros.
Además, la higiene diaria cobra especial relevancia. El uso de productos limpiadores formulados con prebióticos puede ayudar a reequilibrar el microbioma de la piel y reducir el mal olor corporal. Este es provocado, en gran parte, por la descomposición del sudor a cargo de ciertas bacterias cutáneas. Una opción recomendada es el gel limpiador desodorante SVR Spirial Deo Douche, que ayuda a mantener la piel limpia, fresca y protegida durante todo el día.
No obstante, si el problema persiste, es importante acudir a un profesional sanitario. En algunos casos, la sudoración excesiva puede estar relacionada con el consumo de ciertos medicamentos, cuyo efecto secundario es precisamente el aumento de la sudoración. En estos casos, será el médico quien pueda valorar posibles ajustes o alternativas.
Cuando ni los productos tópicos ni las medidas de higiene resultan suficientes, existen tratamientos médicos avanzados que pueden ofrecer una mejora sustancial. Entre ellos se encuentran las inyecciones de toxina botulínica, que bloquean temporalmente los nervios que estimulan las glándulas sudoríparas; la iontoforesis, una técnica que aplica una corriente eléctrica suave sobre la piel (especialmente eficaz en manos y pies); o, en casos extremos, intervenciones quirúrgicas que actúan sobre los nervios simpáticos responsables del exceso de sudoración.
Conocer esta condición, hablar de ella sin tabúes y saber que tiene tratamiento es el primer paso para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. El sudor en verano es, en la mayoría de los casos, algo completamente normal. Pero si empieza a condicionar nuestras acciones o nuestro bienestar, no hay por qué resignarse: consultar con un dermatólogo y apoyarse en productos especializados puede marcar una gran diferencia.