Con la llegada del verano, muchas personas exponen su piel al sol, por lo que es muy importante fomentar una cultura sana al respecto. Uno de los principales factores de riesgo del cáncer de piel es la exposición excesiva y prolongada a los rayos ultravioleta (UV) del sol. Este dato es relevante, ya que el cáncer de piel es el tipo de cáncer más frecuente en todo el mundo y, lamentablemente, su incidencia sigue en aumento.
Los tres tipos principales de cáncer de piel son el carcinoma de células basales, el carcinoma de células escamosas y el melanoma. El cáncer de piel es uno de los tipos de cáncer con mejor pronóstico, ya que se puede curar en un 90-95% de los casos cuando se diagnostica a tiempo. Por esta razón, es indispensable realizar un diagnóstico temprano para así evitar complicaciones graves si no se toman precauciones adecuadas.
La exposición continua al sol sin protección aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar cáncer de piel a lo largo del tiempo. Los rayos UV dañan el ADN en las células cutáneas, lo que puede desencadenar mutaciones que llevan al crecimiento descontrolado de células cancerosas. Además, una piel quemada por el sol en la infancia o adolescencia puede incrementar el peligro de padecer cáncer de piel en la vida adulta. Es crucial comprender que este tipo de cáncer no aparece de la noche a la mañana, sino que se desarrolla gradualmente debido a la acumulación de daño solar a lo largo de los años.
El verano, con su clima cálido y soleado, trae consigo una gran problemática: el daño solar aumenta significativamente durante esta temporada. Las personas tienden a pasar más tiempo al aire libre, ya sea en la playa, la piscina o en actividades recreativas, y a menudo descuidan la protección adecuada contra los rayos UV. La falta de uso de protector solar, ropa protectora y sombreros puede resultar en quemaduras solares y un mayor riesgo de cáncer de piel en el futuro. Además, la radiación solar también puede afectar a personas de todas las edades, no solo a aquellas con piel más clara o propensas a quemaduras.
Para evitar las consecuencias del daño solar en verano y reducir los riesgos de cáncer de piel a largo plazo, es esencial tomar medidas preventivas a través de una buena cultura de exposición al sol. La protección solar adecuada incluye el uso de protector solar de amplio espectro con un alto factor de protección (FPS), aplicación generosa y repetida cada dos horas, así como el uso de ropa protectora y sombreros. Además, se recomienda limitar la exposición al sol en las horas de mayor intensidad, generalmente entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde. Con conciencia y precauciones, podemos disfrutar del verano sin comprometer nuestra salud cutánea. GenesisCare hace hincapié en la prevención y recuerda que es la mejor manera de protegerse contra el cáncer de piel y los daños a largo plazo ocasionados por el sol.