Las enfermedades respiratorias constituyen algunas de las patologías más frecuentes a lo largo de la vida de una persona. En la mayoría de las ocasiones son infecciones provocadas por virus que pueden ser consideradas leves, de curso benigno y autolimitado. Hablamos, principalmente de la gripe, el COVID-19, Virus Respiratorio Sincitial (VRS) y neumonía. Sin embargo, se estima que alrededor del 5% de los casos pueden ser potencialmente graves, requiriendo de ingreso hospitalario. La incidencia más alta suele presentarse en niños menores de cinco años y en adultos mayores de 75 años. En la edad adulta estas infecciones son una causa importante de mortalidad, especialmente en personas mayores, inmunodeprimidos o con patologías crónicas.
En estas patologías el tratamiento suele ser sintomático para controlar la fiebre o el malestar que producen, por lo que la prevención se convierte en la principal arma para evitar los problemas que pueden provocar.
Precisamente para hablar de prevención de las enfermedades respiratorias y que las enfermeras actualicen sus conocimientos sobre las nuevas estrategias existentes para la inmunización de la población frente a estas patologías, el Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) del Consejo General de Enfermería, en colaboración con Pfizer, ha organizado el Webinar “Novedades en la prevención de las enfermedades respiratorias”.
Como señala Pilar Fernández, directora de ISFOS, “sobre las enfermeras recae la tarea de vacunar a la población, pero también la de realizar educación para la salud y de concienciación sobre la necesidad de prevenir estas patologías con una medida tan sencilla y eficaz como es la vacunación. Pero para que puedan llevar a cabo con eficacia y eficiencia esta labor deben estar formadas e informadas de las últimas novedades que nos dicta la evidencia científica. No olvidemos que para estas cuatro enfermedades existe una vacuna eficaz para evitar la infección”, ha señalado.
Medidas de prevención
Así, en el webinar han analizado tanto cada una de estas patologías como las complicaciones que pueden surgir, así como las distintas medidas de prevención, incluyendo las vacunas más indicadas en cada caso, sus contraindicaciones o las pautas de administración en función tanto del tipo de población: adulta o pediátrica, además de otros elementos como las campañas de vacunación públicas, la provisión de vacunas o su conservación.
Como ha señalado Begoña Reyero, presidenta de la Asociación Canaria de Enfermeros en Vacunología, “las medidas de prevención son las mismas que ya conocemos de la pandemia: lavado de manos, ventilación, mascarilla si tenemos síntomas… y la vacunación. Sin embargo, ahora que ya ha pasado parece que nos olvidamos y hay que seguir recordando a la población que la prevención es la mejor medida para evitar consecuencias que pueden ser fatales”.
Por su parte, Isabel Jimeno, médico de familia en el centro de salud Isla de Oza y responsable del Grupo de Vacunas de la Sociedad Española de Médicos Generales y Familia (SEMG) de la Comunidad de Madrid, “el principal reto que tenemos en vacunación es igualar las tasas de vacunación de los adultos –que rondan el 35-40%- con las cifras que tenemos en pediatría, que superan de media el 80%”.
A este respecto ha subrayado que hay que tener en cuenta un concepto clave: la inmunosenescencia. “A medida que nos hacemos mayores nuestro sistema inmunitario pierde eficacia por lo que la población se hace más propensa a las infecciones. Si a ello le sumamos que también aumenta la incidencia de patologías crónicas, como diabetes, hipertensión…, nos encontramos con una población más vulnerable: no sólo van a padecer más infecciones, sino que están van a tener potencialmente mayores riesgos al tener otras patologías de base. Por ello, la vacunación es clave para tener un envejecimiento saludable”.
Papel de las enfermeras
Como ha quedado de manifiesto las enfermeras son las responsables de todo el proceso de vacunación. Como señalaba Pilar Fernández, “se trata de todo un proceso de cuidado, encaminado a prevenir enfermedades inmunoprevenibles, que incluye la captación previa, la resolución de dudas, la valoración de los casos y la indicación, inoculación, registro y seguimiento de efectos adversos”.
El resto de las ponentes coincidían en que las enfermeras son, y deben asumir un mayor protagonismo, en la prevención, en la educación sanitaria. “No debemos dar nada por supuesto y cada vez que estemos con un paciente preguntarle, en cualquier circunstancia por sus vacunas. Hay que animarlos a que se vacunen, pero con un contexto: hay que informarles de las vacunas disponibles, de las herramientas que le ofrece la Sanidad, de los posibles riesgos si no se vacuna y resolver sus dudas y sus miedos y que asuman la corresponsabilidad sobre su salud. Eso va a tener impacto en las coberturas de las vacunas”, ha incidido Reyero.
Para Isabel Jimeno también hay que ser proactivos: “hay que ir a donde están las personas que queremos vacunar, a las residencias, a los centros sociosanitarios, a las asociaciones de vecinos, a los colegios…, también hacer captación activa de forma telefónica…”.
Mayor implicación de la Administración
Sin embargo, como ha destacado Laura Almudéver, enfermera en el servicio de Pediatría del centro de salud Malvarrosa de Valencia y presidenta del Colegio de Enfermería de Valencia, para que las enfermeras puedan realizar un mayor papel en materia de vacunación, también es fundamental que las Administraciones públicas se impliquen más de lo que lo hacen.
A su juicio, “lo primero sería incrementar la dotación de enfermeras dedicadas a la vacunación pues hay escasez de profesionales; también hay que facilitar el acceso y mejorar los horarios dedicados a la vacunación pues en algunas zonas existen barreras de accesibilidad, así no en todas las comunidades autónomas se vacuna en todos los centros de salud, ni en muchos hospitales privados del VRS, por ejemplo; también se han dado escasez de vacunas, como de la intranasal de la gripe. Además, hay una gran variabilidad en los protocolos y calendarios de vacunación de las distintas comunidades autónomas, no existe un registro único y se difunde poca información con base científica a la opinión pública”.
“A todo ello se suma que la pandemia ha provocado cierto hartazgo general cuando se comenta la necesidad de prevenir infecciones respiratorias”, ha concluido Almudéver.